sábado, 29 de noviembre de 2014

Una entrada sin importancia

Woman with a burning candle (1911), por Alphonse Mucha (1860-1939)


Un borrador para esta tarde lluviosa de sábado:
  1. Hablar sobre la ciudad en su totalidad.
  2. Haikús de amor y de vida.
  3. Más poemas en prosa. Cultivarlos.
  4. Abrir aleatoriamente el libro ¿Qué es la Historia?, de Edward Hallet Carr (escrito en 1961 y publicado por Editorial Planeta en 2010), en la página 93 y leer: "La segunda observación es aquella más familiar para nosotros que la necesidad, por parte del historiador, de una comprensión imaginativa de las mentes de las personas que le ocupan, del pensamiento subyacente a sus actos (...)".
  5. Buscar, inquieto, y distraído, libros que reposan en la estantería.
  6. Releer todo lo que he escrito (tanto en la libreta que tengo delante como en esta entrada).
  7. Finalizar esta entrada pensando en hacer más bajo la etiqueta "blog".

miércoles, 26 de noviembre de 2014

El pequeño Nicolás o el pícaro moderno

El Lazarillo de Tormes (1808-1812), por Goya (1746-1828)


El pequeño Nicolás, bien conocido en el Estado español estos días, se ha convertido inevitablemente en la figura picaresca actual por antonomasia. Mucho se ha hablado acerca de su cuadro médico (en resumidas cuentas, se dice que es un megalómano y un mitómano crónico). Los medios lo tachan, de manera sutil pero evidente, de alguien que no está en su sano juicio. Mas, de entrada, cabe hacerse la reflexión de quién es el enfermo, si este muchacho mentiroso compulsivo o el sistema político, incapaz de detectar al farsante y darle alas para que se crezca.

Fuera del escándalo actual y la controversia que ha generado nuestro joven protagonista, y centrándonos en las cuestiones literarias,  estoy seguro que tarde o temprano él tendrá unas memorias o alguien publicará en forma de libro una entrevista a este sujeto, o bien se hará alguna novela // relato corto basando en este personaje entrañable a la par que despreciable. Y es que la sociedad admira y odia por igual a los pillos. Los elogia porque son capaces de llegar hasta donde el común de los mortales no puede y cometer sus pequeños y grandes delitos (ser libre, en conclusión) aunque sea por un corto espacio de tiempo. Los amonesta por quebrantar las leyes y las morales, por no ser uno de ellos; por, en fin, robar, engañar, falsificar... y encima tener tiempo para vanagloriarse de ello. Es así.

Lo bueno de la literatura es que, como esta gente, puede llegar a reírse de todo el mundo. Incluso de los pícaros. Tardará poco algún poeta o un escritor en satirizar al pequeño Nicolás. Si es que alguien lo ha hecho ya (estoy seguro de que ha pasado).


sábado, 22 de noviembre de 2014

Los poetas también se enamoran

La luna saliendo de la orilla del mar (1822), por Caspar David Friedrich (1774-1840)


Los poetas duros (de pelar o de alma) también se enamoran. Todo el mundo guarda dentro de sí un pedazo de amor hacia alguien o algo (ya sea éste material o inmaterial). No hay nadie tan malvado ni desquiciado como para no sentir la llamada de Eros y Venus, aunque sólo sea una vez en la vida, ¿verdad?

Pues el Amor es genuinamente humano. Y animal. Es el motor emocional que mueve el mundo (o al menos uno de sus motores). Es universal. Lo resumo en estos tres fragmentos, correspondientes a tres poetas de distintos lugares del planeta.

"El imán ama al hierro:
lo eleva hasta su altura. (...)"
KABIR

"Te miro recorrer el pasillo desnuda,
camino del cuarto de baño,
después de hacerte el amor. (...)
ABEL SANTOS

"Cada ciudad puede ser otra
cuando el amor la transfigura (...)"
MARIO BENEDETTI.

Somos grandes en la medida que amamos. Gracias a la poesía, el mundo tiene un registro más para evidenciar los hechos de amor. Seremos más humanos si logramos darle alas a un sentimiento potencialmente bueno y salvador. Hasta entonces, los poetas se enamorarán y escribirán acerca de ello.


Bibliografía

Benedetti, Mario (2010). El amor, las mujeres y la vida. Poemas de amor. Madrid, Visor Libros.

Kabir (2001). Poemas breves. Traducción de Jesús Aguado. Palma de Mallorca, José J. de Olañeta, editor.

Santos, Abel (2014). Demasiado joven para el blues (Antología personal 1998-2014). Madrid, Eirene Editorial.


viernes, 21 de noviembre de 2014

El vicio del lector

Basho, por Katsushika Hokusai (1760-1849)

El mundo de los libros es increíble. Su llamada puede llegar a ser insistente y su cultivo raya a veces lo obsesivo. Quien cae en esta situación es un devorador de historias, de poemas y hasta ensayos. Es un vicio sano, pues se abren mil puertas al conocimiento y a las vidas que una vez fueron, reales o imaginarias. Uno puede volverse loco como Don Quijote, tal vez.Ese es el pequeño riesgo a tener en cuenta.

El vicio del lector se basa en la acumulación de material en sus casas. Hay casos en los que necesitan una (o varias) habitaciones para colocar sus libros. Extremos que necesitan dinero, espacio, tiempo, esfuerzo y dedicación. En estos casos, puede que su afición sea verdadera (los libros que colecciona se los lee, o lo intenta), o bien sea una fachada. Luciano de Samóstata, uno de los grandes satíricos de la historia, criticaba ferozmente a este último tipo de lectores en su obra Contra un ignorante que compraba muchos libros. Cuanto más se exagera, antes se pilla al mentiroso.

Como en todas las cosas, se ha de ser sincero. Primero con uno mismo. ¿Puedo leer tantos libros a la vez? ¿Tengo tiempo, dinero y ganas? ¿Realmente estoy interesado en leer? Si somos capaces de responder sin ningún ápice de falsedad y ponernos a trabajar, seremos buenos lectores.

Igualmente, ¿qué seríamos sin los libros? ¿Qué serían los escritores, igualmente, sin libros? Sin un receptor no hay un emisor. Sin emisor, no habría cultura. Por eso son tan importantes los lectores. Por eso, el vicio de la lectura tampoco es tan malo... si se sabe aprovechar.


jueves, 20 de noviembre de 2014

Violencia en las aulas

Saturno devorando a su hijo (1819-23), por Goya (1746-1828)

Simplemente, ¿por qué ? ¿Por qué se agrede al profesor? ¿Por qué narices se pegan chavales que no llegan a los 18? ¿Ha fallado la educación que se les da o es que no se le pone freno a las personalidades agresivas?

Se pretende dejar en manos del profesorado toda la educación. Los maestros están para darnos una amplia base cultural, para abrirnos al mundo, nos ofrecen cantidad de materias e información para formarnos intelectualmente y nos ayudan a construir nuestros esquemas mentales propios a través de las lecturas. En fin, nos abren las puertas culturales de la sociedad. Pero la educación que nos brinda el entorno familiar (el saber comportarse y relacionarse, el respetar al prójimo, etc.) y cómo tratar a la gente es algo que se presupone que viene dado por el entorno familiar. Ellos, los maestros, nos ayudan a mejorar todo esto, sí; pero no están obligados a brindarnos tal aprendizaje. Sin él, lo mínimo que seremos es una persona incapaz de estar en público por su falta de sensibilidad social. De ahí a la violencia, hay un paso.

Sí que es verdad que hay personas que son por naturaleza violentas. Otras tantas han aprendido que la violencia es desgraciadamente algo normal por culpa de sus experiencias personales desde pequeños. Que la escuela es una oportunidad para salir de esas espirales, también. Un niño no es jamás malvado, solamente ha recibido una mala educación en su hogar. Lamentablemente, no hay demasiado autocrítica por parte de los progenitores de estas criaturas. La culpa es de los demás, no nuestra, no del chiquillo en cuestión. Y lo pagan con quien intenta echar un cable para que estas personitas lleguen a ser personas hechas y derechas.

Por eso hay, lamentablemente, violencia en las aulas. Y hay que cortar por lo sano, empezar a educar bien en todos los aspectos a la gente.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Dibujar ciudades con palabras

Bazaar (1910), por Ivan Silych Goryuskin-Sorokopudov (1873-1954)


Paul Auster reflexionó sobre el devenir cotidiano de las gentes de Nueva York, el paso monótono del tiempo y el yo a través de las desventuras del poeta fracasado Daniel Quinn en Ciudad de cristal (1985). El poeta vasco Karmelo C. Iribarren narra sus experiencias personales y nos ofrece su punto de vista acerca de la vida a través de su antología titulada La ciudad (2008). Como trasfondo, de nuevo la metrópolis. Igualmente, Raymond Carver, Charles Baudelaire, Mario Benedetti, Haruki Murakami y un largo etcétera de escritores y poetas han dedicado parte de su obra (si no en su totalidad) a la construcción de escenarios basados en las metrópolis.

Dibujar ciudades con palabras para enmarcar historias, reflexiones, ideologías. Críticas sociales, construcciones artísticas. Las calles, avenidas, parques, plazas... para llenarlas con voces anónimas que cuentan vidas que tal vez existieron o tal vez no. No es bucólica la urbe dicen, porque la contraponen con la vida pastoral, el campo, el mundo rural y su ilimitada paciencia y calma. Reivindico también para las metrópolis su punto bucólico, porque a pesar de su vida acelerada y desenfrenada podemos encontrar la paz y la quietud si tenemos tiempo para dar con ellos. También la defiendo por acumular la acción, los cambios, el movimiento constante. Las ciudades son la confluencia de millones de perspectivas.

La ciudad ha jugado, desde sus albores, un papel fundamental en la organización y el desarrollo humano. Si bien, como he señalado, hay dos predisposiciones acerca de lo que son y lo que significan para nuestra especie, éstas no han variado (o casi) a lo largo de los milenios. La historia de las metrópolis es un tema largo, extenso e intenso, igualmente interesante desde todos los puntos de vista. Y el literario no se queda atrás. Recuerdo la gran premisa de Aristóteles: el hombre es un animal político. Y como animal político, necesita movimiento, acción, interacción. ¿Qué lugar mejor que en los rincones de una ciudad?

Escribir sobre las metrópolis es, por tanto, un reflejo de nuestras inquietudes.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Una pequeña reflexión

Jester with a Lute (c.1624-1626), por Frans Hals (1580/85-1666)

Mi amiga la cazadora de mentes ha escrito una entrada en su blog sobre los cambios personales a lo largo del tiempo. No tiene desperdicio alguno, por lo que os recomiendo que lo leáis (1).


Recogiendo la idea de Heráclito, ella defiende precisamente la variabilidad del espíritu humano a lo largo del tiempo. Las emociones, los pensamientos y las experiencias modifican substancialmente nuestra personalidad, afirma. Y es del todo cierto. ¿Cómo se explicarían, entonces, el devenir de muchos sucesos históricos?

El ser humano tiene derecho y la obligación de acertar y equivocarse, de vivir las cosas, experimentar y recibir animosamente los retos y cambios que se le presentan a lo largo de su existencia. Es la poética del mundo. Y el principal motivo por el cual merece estar vivo es precisamente el cambio, como apunta mi amiga.

Ambas entradas pretenden ser un recordatorio de la volubilidad de las personas. No es ni positivo ni negativo, es un hecho que se da y es necesario. Mis palabras son más que obvias. No he descubierto, claro, que la tierra es redonda, pero me gustaría recalcar este proceso, defenderlo. Animar a la gente a analizarse. ¿Soy el mismo que hace un año? ¿Seré el mismo de aquí al que viene? No. Y para eso trabajo, para ver los resultados del cambio, de la evolución personal.

(1) "Las personas cambian" (blog Todo recto hasta el amanecer, entrada del 27 de octubre del 2014)

jueves, 13 de noviembre de 2014

De grafittis


El cacharrero (1779), per Francisco de Goya (1746-1828)  




Una vegada més, l'art urbà es ressent davant les prohibicions. En aquest cas, amagades sota la burocràcia. Així ho reflexa un article de El Punt Avui (1).

Hi ha el debat intens sobre si el món del graffiti és o no legal; si més no, està enmig, com moltes altres coses en la nostra societat actual. És un delicte si aquestes representacions artístiques no són consentides. Però ens enfrontem a la bellesa de les obres en qüestió: per sort, molts murals són la mostra d'un treball intens i desinteressat de l'artista. Estètica o legalitat?

Tenim, precisament, el problema de que aquesta gent es troba, en molts cops, davant de murs i parets en un estat deplorable que són de propietat o bé pública (murs de les rieres, espais a l'aire lliure com parcs, etc.) o bé privada (tota mena d'edificis de d'habitatge o d'oficines). Sense esperar autorització de cap mena, es posen a treballar. Per amor a l'art al llarg dels dies. És el pilar central del debat. Els que defensem aquest tipus d'art posem per davant aquest fet: desinterès, treball, art, bellesa... enfront dels qui, llei en mà, veuen el graffiti com un atac a la propietat privada.

Optem, senyors, per un terme mitjà! Tal i com ja va fer Barcelona l'any 2012, cedint llocs especials per al desenvolupament d'aquest art (2). Ampliant, es clar, aquest projecte per tal d'assegurar als graffiters que no entraran en conflicte amb els propietaris de cada lloc on van i, alhora, fer de cada ciutat un lloc més pròsper visualment parlant.



(1) "Pagar per fer art a Badalona" (diari El Punt Avui, noticia del 12 de novembre del 2014)
(2) "S'inauguren els Murs Lliures, un espai molt demanat pels grafiters de la ciutat" (portal de BTV, noticia del 28 d'octubre del 2012)

martes, 11 de noviembre de 2014

Frases de amor vs Internet

Oscar Wilde (Dublín, Irlanda, 1854- París, Francia, 1900)


"El amor ya no está de moda. Los poetas lo han matado.", Oscar Wilde en El cohete conspicuo.

Poemas de amor plagan actualmente las redes sociales. Versos repetidos hasta la saciedad en carteles (imagen+texto). Carteles muchas veces de dudosa calidad que no citan al autor, y, cuando lo hacen, suelen estar mal (problema de las atribuciones).

Todos llevamos un poeta dentro, es verdad. También es cierto que todo (o casi todo) lo que el ser humano puede llegar a expresar está dicho. Pero a uno le gustaría encontrar calidad en cada cosa escrita. O al menos, en el caso que nos atañe, bien documentada. Llega casi a la indignación el encontrarse estupendas frases de amor que algún genio de la literatura publicó y que se distribuyan de manera anónima para que el sujeto que las publica en Internet alardee de creatividad y potencia poética. Igualmente con referencias inexactas. Resulta ser que unos intensos versos los han escrito más de dos o tres autores al mismo tiempo.

Queridos creadores de carteles, os ruego que hagáis las cosas mínimamente bien, por favor. La poesía ya está tocada como para que encima ayudéis a la pérdida de calidad. Gracias.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Cuadernos de ejercicios literarios

Au Moulin de la Galette (1892), cuadro de Ramón Casas (1866-1932)

Siguiendo la tónica de la entrada anterior, quisiera hablar esta vez de los cuadernos de ejercicios en la literatura. Más borradores, si cabe. Una continuación de lo hablado anteriormente.

Hay una necesidad constante, como es bien sabido, por constatar el paso del tiempo, narrar las experiencias propias, explicar los esquemas mentales de uno mismo. Dejar constancia, en definitiva, de nuestra existencia. Algunos responden a ella escribiendo.

El ejercicio literario es, como el borrador, una buena herramienta para expresar con claridad el cúmulo de ideas y palabras que circulan libremente por nuestra cabeza. Es el camino que nos lleva a plasmar correctamente lo que pensamos.

Soy de la opinión, compartida por mucha gente, que para saber escribir bien es necesario previamente leer, si puede ser con regularidad. Me es difícil creer, asimismo, que quien es capaz de crear textos de calidad no devoren libros con asiduidad. Tendrá que ver esta concepción, quizá, con el gran avance educacional que supone el enseñar ambas cosas al mismo tiempo. Educar es, por tanto, un pilar fundamental en el juego de la escritura.

Los cuadernos de ejercicios son, aparte, reflejo del autor, como los borradores. Son trozos pequeños de alma, frascos de ideas e ideología. Al leerlos, encontramos una de las tantas expresiones que cualquier escritor nos deja, tanto voluntaria como involuntariamente. Son guías que nos permiten seguir el rastro del camino del artista.

Un cuaderno es un borrador también. Las sombras y las raíces de una gran obra.

martes, 4 de noviembre de 2014

Borradores

Paisaje egipcio (1883), por Carlos de Haes (1826-1898)

Cientos de miles de palabras escritas en cualquier rincón y olvidadas en el espacio y el tiempo para ser, algún día, recuperadas por el propio autor o por cualquier otra persona. El oficio de novelista, ensayista y poeta genera documentación suficiente como para desechar argumentos y desarrollos de una idea concreta. ¿Qué sería de la literatura sin esas toneladas de pequeños mundos sin acabar?

Siempre reciclamos. Reutilizamos. Reinventamos. Crear y recrear. Un ciclo tras otro. Los borradores son el recuerdo del paso del tiempo y de experiencias a medio hacer. Por eso son tan importantes: son pequeños puentes hasta el resultado final de cualquier cosa. El texto, la historia, el poema siempre puede esperar. El proceso es lo importante. A veces prima la intensidad antes que la cantidad.

¿Qué es un borrador, sino un alma sin un cuerpo definido? ¿Qué es un escritor sin sus borradores? Gracias a estos ejercicios, lo bello y sublime es capaz de nacer.