viernes, 14 de noviembre de 2014

Una pequeña reflexión

Jester with a Lute (c.1624-1626), por Frans Hals (1580/85-1666)

Mi amiga la cazadora de mentes ha escrito una entrada en su blog sobre los cambios personales a lo largo del tiempo. No tiene desperdicio alguno, por lo que os recomiendo que lo leáis (1).


Recogiendo la idea de Heráclito, ella defiende precisamente la variabilidad del espíritu humano a lo largo del tiempo. Las emociones, los pensamientos y las experiencias modifican substancialmente nuestra personalidad, afirma. Y es del todo cierto. ¿Cómo se explicarían, entonces, el devenir de muchos sucesos históricos?

El ser humano tiene derecho y la obligación de acertar y equivocarse, de vivir las cosas, experimentar y recibir animosamente los retos y cambios que se le presentan a lo largo de su existencia. Es la poética del mundo. Y el principal motivo por el cual merece estar vivo es precisamente el cambio, como apunta mi amiga.

Ambas entradas pretenden ser un recordatorio de la volubilidad de las personas. No es ni positivo ni negativo, es un hecho que se da y es necesario. Mis palabras son más que obvias. No he descubierto, claro, que la tierra es redonda, pero me gustaría recalcar este proceso, defenderlo. Animar a la gente a analizarse. ¿Soy el mismo que hace un año? ¿Seré el mismo de aquí al que viene? No. Y para eso trabajo, para ver los resultados del cambio, de la evolución personal.

(1) "Las personas cambian" (blog Todo recto hasta el amanecer, entrada del 27 de octubre del 2014)

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