viernes, 21 de noviembre de 2014

El vicio del lector

Basho, por Katsushika Hokusai (1760-1849)

El mundo de los libros es increíble. Su llamada puede llegar a ser insistente y su cultivo raya a veces lo obsesivo. Quien cae en esta situación es un devorador de historias, de poemas y hasta ensayos. Es un vicio sano, pues se abren mil puertas al conocimiento y a las vidas que una vez fueron, reales o imaginarias. Uno puede volverse loco como Don Quijote, tal vez.Ese es el pequeño riesgo a tener en cuenta.

El vicio del lector se basa en la acumulación de material en sus casas. Hay casos en los que necesitan una (o varias) habitaciones para colocar sus libros. Extremos que necesitan dinero, espacio, tiempo, esfuerzo y dedicación. En estos casos, puede que su afición sea verdadera (los libros que colecciona se los lee, o lo intenta), o bien sea una fachada. Luciano de Samóstata, uno de los grandes satíricos de la historia, criticaba ferozmente a este último tipo de lectores en su obra Contra un ignorante que compraba muchos libros. Cuanto más se exagera, antes se pilla al mentiroso.

Como en todas las cosas, se ha de ser sincero. Primero con uno mismo. ¿Puedo leer tantos libros a la vez? ¿Tengo tiempo, dinero y ganas? ¿Realmente estoy interesado en leer? Si somos capaces de responder sin ningún ápice de falsedad y ponernos a trabajar, seremos buenos lectores.

Igualmente, ¿qué seríamos sin los libros? ¿Qué serían los escritores, igualmente, sin libros? Sin un receptor no hay un emisor. Sin emisor, no habría cultura. Por eso son tan importantes los lectores. Por eso, el vicio de la lectura tampoco es tan malo... si se sabe aprovechar.


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