martes, 4 de noviembre de 2014

Borradores

Paisaje egipcio (1883), por Carlos de Haes (1826-1898)

Cientos de miles de palabras escritas en cualquier rincón y olvidadas en el espacio y el tiempo para ser, algún día, recuperadas por el propio autor o por cualquier otra persona. El oficio de novelista, ensayista y poeta genera documentación suficiente como para desechar argumentos y desarrollos de una idea concreta. ¿Qué sería de la literatura sin esas toneladas de pequeños mundos sin acabar?

Siempre reciclamos. Reutilizamos. Reinventamos. Crear y recrear. Un ciclo tras otro. Los borradores son el recuerdo del paso del tiempo y de experiencias a medio hacer. Por eso son tan importantes: son pequeños puentes hasta el resultado final de cualquier cosa. El texto, la historia, el poema siempre puede esperar. El proceso es lo importante. A veces prima la intensidad antes que la cantidad.

¿Qué es un borrador, sino un alma sin un cuerpo definido? ¿Qué es un escritor sin sus borradores? Gracias a estos ejercicios, lo bello y sublime es capaz de nacer.

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