miércoles, 22 de octubre de 2014

¿Realmente la profesión más noble?

Retrato de George Sand (1804-1876), hecho en 1838 por Eugène Delacroix (1798-1873)

No hace mucho, el señor Fernando Savater opina sobre la mala remuneración, en general, del escritor, basándose en el ejemplo de Edgar A. Poe, quien, como se sabe, llevó una vida llena de penurias económicas (1). Da a entender, con el título y la conclusión, que la profesión de cultivar la literatura es noble y sacrificada.

Sacrificada, desde luego. No hace falta evidenciar una vez más lo mal que está el sector cultural en general, ni resaltar las nefastas políticas que se fomentan. El panorama artístico a nivel económico ya es de por sí endeble como para estar sometido, además, por la intensa crisis que azota, lamentablemente, al resto de la sociedad. Pero, ¿realmente el ser escritor es la profesión más noble? No, bajo criterio propio.

Ser escritor exige trabajo, formalidad, constancia, sacrificio para llegar a la auto-realización y/o conseguir el reconocimiento por parte de la comunidad (que puede ser puramente laboral o laboral y económico). Es como los demás oficios, pues todos exigen dedicación y esfuerzo. Por causas y motivos diferentes, en efecto. Pero hay esta base, y en tanto que existe la voluntad y la exigencia a la hora de conseguir un fin hay nobleza.

Trabajamos para conseguir (sobre)vivir en la sociedad, para encajar económicamente en ésta en la mayor medida posible. En la medida que conseguimos sobreponernos a las dificultades cotidianas con la máxima honorabilidad posible, podemos decir que somos nobles. Y héroes. Médicos y farmacéuticos, que cuidan de nuestra salud, son nobles. Los profesores son nobles. El obrero que hace las casas son nobles. Etcétera.

Si nos centramos más en la cuestión artística, que es en la que se centra la opinión, puedo argumentar lo mismo: no hay, o no debería haber, una jerarquía o diferenciación entre una rama u otra. El trabajo de un poeta es diferente al de un pintor, el de un músico al de un escultor. Cada uno tiene su propio proceso creativo propio, con sus dificultades particularidades. Como he dicho antes, todo es esfuerzo.

La dedicación, con amor, lleva por buenos caminos. Independientemente del oficio que se escoja. Uno, al final, ha de ser el mejor en lo que le gusta.


(1)"La profesión más noble" (artículo de El País, 21 de octubre del 2014)

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