miércoles, 8 de octubre de 2014

El rol como juego literario



Desde hace unos cuantos meses, un servidor es un jugador de rol. Participo en partidas ambientadas en el conocido mundo de "Dungeons & Dragons". Creé, con ayuda de un buen amigo máster (o director de la partida), mi personaje, un bardo (trovador). Junto con otros amigos y compañeros del grupo "El Dado Dorado" hemos ido construyendo una pequeña gran historia que se va forjando a lo largo de las mismas partidas.

Desde luego, y dejando de banda  la vertiente lúdica, se puede hablar de un buen método para la creación literaria, tal y como apunto ya en el título de la entrada. Una historia que parte de la mente del coordinador de la partida (máster), en la que se han de tener en cuenta infinidad de variables a la hora de jugar y de ofrecer un relato oral. A pesar de la dificultad de construir sobre una base más o menos sólida, atacada por los giros argumentales y los azares e improvisaciones casi de última hora, es divertido saber que hay un calidoscopio en cada relato. Muchas historias de fantasía épica nacieron de, precisamente, partidas de rol. El máximo exponente de este ejemplo es la conocida saga de "Dragonlance". Autores como R.A. Salvatore, Ed Greenwood o Margaret Weis han aportado un gran trabajo para extender el universo de D&D, tanto con sus historias como con la creación de personajes muy carismáticos. Mitos que ayudan a las cientos de partidas anónimas que se juegan basándose en estos mundos.

Ciertamente, si alguna vez tenéis oportunidad de jugar, hacedlo. Es un ejercicio que vale mucho la pena. Aparte del interés literario, es seguro que se puede llegar a pasar un buen rato y socializar bastante a través de la creación y la interacción de los personajes. Horas ciertamente provechosas.

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